jueves, 7 de junio de 2012

HAN CERRADO UNA ESCUELA, HAN MATADO UN PUEBLO

No sé muy bien por qué -probablemente por una de esas asociaciones incomprensibles que ululan por los vericuetos insondables de la mente-, me ha venido a la memoria el libro de Francisco Candel “HAN MATADO A UN HOMBRE, HAN ROTO UN PAISAJE”, al oír en las noticias que en Castilla La Mancha van a cerrar unas 60 escuelas rurales. Ese libro se publicó en el año 1959 y yo lo leí con 17 años. Desde entonces ya ha llovido, y, con la humedad y el abandono, las ortigas y las zarzas han colonizado mi alma y se han enraizado hasta socavar los muros de mi memoria. Alma ennegrecida de moho para no comprender absolutamente nada y memoria desmemoriada para sepultar en el óxido todas las razones universales. Y, sin embargo, al oír a ese hombre del noticiario, es como si se hubiera accionado en mi mente una espita que me trae ese título: “HAN MATADO A UN HOMBRE, HAN ROTO UN PAISAJE” como “HAN CERRADO UNA ESCUELA, HAN MATADO A UN PUEBLO”. Bellísimo título para una novela, mortífero epitafio para un pueblo. Donde una escuela es mucho más que una escuela y un cierre mucho más que un simple cierre. El pueblo se vacía de niños y las vidas se vacían de esperanza. Igual que los árboles se quedan sin pájaros, el cielo sin nubes, los mares sin agua. Cuestión de supervivencia que arrasa con todo, que pierde todas las batallas contra los déficits, las primas de riesgos, los bonos, los rescates y las intervenciones. Nos roban la prima-vera y me endosan la prima-de riesgo. Como si una y otra cotizaran al mismo valor en nuestros corazones ahítos de su lenguaje y su verborrea mercantil. Como si la única medida posible de nuestro tiempo fuera el dinero y todo lo que no sea rentable deba ser aniquilado. Entérense de una vez: ¡No queremos que todo sea rentable, no queremos que nuestras vidas se midan con sus bonos basura, ni con sus decisiones oscuras e inhumanas!

Queremos pagar servicios de calidad con nuestros impuestos. Servicios que cubran derechos fundamentales, universales, gratuitos. ¡Habría tanto que quitar (que quitarles) antes que cerrar una sola escuela! Llévate las voces, las carreras, los juegos de los niños camino de la escuela y habrás matado al pueblo. Y así lo deben de sentir los padres y vecinos de esos lugares cuando se manifiestan –nunca antes lo habían hecho- para que no les roben su escuela. Ahí están en los periódicos, con sus pancartas, sus cacerolas y sus gritos. Algo muy hondo tienen que sentir estas gentes con su sabiduría campestre y secular, heredada de sus ancestros, que les dice que si se llevan su escuela les están hiriendo de muerte y están matando a sus pueblos. Muerte envenenada con sus números insolidarios que nadie da crédito: ¿Por qué 11 niños como mínimo, si en otras regiones son 7, 4 o 5? ¿Quién ha echado esas cuentas que, por un número, convertirá esos municipios en pueblos fantasmas que desaparecerán como se esfuman los espejismos, las promesas y los buenos deseos? Con razón entiendo el cabreo de mi amigo Heraclio, un pastor de los Montes de Toledo: -Había 11 chavales, pero como la Encarni se ha mudado a Navahermosa con su chico, por la cosa del trabajo, nos hemos quedado 10 y nos quitan la escuela.

La escuela en la que yo estudié de pequeño y he cumplido 63 años. ¿Quién lo iba decir? ¡Por un niño! Por eso no hago más que darle vueltas, que con el ganao no para uno de trabajar la mollera: ¿Cuándo dé a luz mi sobrina, que trae mellizos, nos devolverán la escuela? Me temo que no, que cuando echen el cerrojazo va a ser de por vida. Ahora bien, cuando vengan los forasteros de la ciudad a pasar el día a estas sierras y al río, que lo tenemos requetelimpio, a ver las cabras, el paisaje y los borricos, te juro que les vamos a cobrar un impuesto. Aquí no pasa ni Dios, si no se paga el impuesto.-

Por si el daño es poco y no sangra lo suficiente, el Consejero del ramo les aclara que no es por dinero, que la medida se adopta para mejorar la calidad educativa de sus hijos. Como si alguien los creyera cuando dicen que hacen algo por tu bien. ¡Échate a temblar! Me quitan la escuela y me toman por idiota. Niños de 3 años por esas carreteras infernales, a deshora, mientras la escuela de siempre se irá cayendo a trozos. Grietas y heridas en el alma rajada de los pueblos. Perversión del lenguaje hiriente del que no se cree sus propias mentiras. También el Ministro de Educación dice que esta decisión favorecerá la calidad de la enseñanza pues los chavales estarán más socializados. ¡Miau!Lo expresa mejor que nadie, blandiendo su cayado al cielo antes que soltarlo en el lomo de alguien, el pastor Heraclio, que es mucho más sabio que todos ellos: -Cuando ya nos intervengan, que va a ser un día de estos¿quién nos devolverá la escuela? ¡Valiente mérito van a llevar los políticos esos! Una placa les pondremos en el ayuntamiento: “NOS QUITARON LA ESCUELA, MATARON AL PUEBLO”-.